En Argentina hay 500 mil personas con discapacidad visual y 100 mil no videntes. Para alcanzar su autonomía y accesibilidad; restaurantes, bancos y laboratorios deben adaptar sus productos y servicios. Una empresa de belleza, ya tomó la iniciativa y lanzó el primer producto del mercado con etiquetado braille.
Se estima que en nuestro país, en 1 de cada 15 hogares, vive una persona con discapacidad visual. Para ellos, bancos, restaurantes, laboratorios, deberán adaptar sus productos y servicios y permitir así que, gente que no sale de su casa por no alcanzar suficiente autonomía, comience a adquirir accesibilidad al “mundo real”. “No se adaptan los productos para personas no videntes porque nadie las ve. Un ciego no sale de su casa porque no tiene autonomía. Hay que crear conciencia de que los ciegos- aunque no se nos vea-existimos”, dice Pablo Lecuona, presidente de Tiflonexos, una asociación sin fines de lucro que trabaja en la accesibilidad de la información y la cultura para las personas con discapacidad visual.
Desde el año 2008 que ya tiene fuerza de Ley “La Convención Internacional Sobre los Derechos de Personas con Discapacidad emitida por Naciones Unidas” que Argentina firmó junto a 150 países. Así, entre otras cuestiones, se obligaba a las empresas a cambiar las actitudes y enfoques al tema de la discapacidad. Sin embargo, recién ahora comienzan a verse los primeros hechos en materia de responsabilidad social empresaria y gubernamental.
Tal es el caso del mercado de la belleza. Las opciones con etiquetado braille eran nulas en las góndolas de las perfumerías. Pero ante la detección de la necesidad, Biferdil, se convirtió en la primera empresa de salud y belleza capilar, en lanzar una línea de champú y balsam con etiquetado braille. “El hecho de que se incluya el braille en productos para el cabello, es un gran aporte para nuestra autonomía. Ya no tendremos que pedirle a alguien que nos diga cuál es el champú a la hora de tomar una ducha”, cuenta Pablo de Tiflonexos.
Indicada para todo tipo de cabello, el champú y balsam etiquetado en sistema braille facilita a que todas aquellas personas que carecen de visión, se acerquen al mundo de la cosmética capilar creando también mayor conciencia en la sociedad sobre esta problemática.
En la actualidad, la inclusión está mucho más presente, aunque el proceso sigue siendo lento. Desde sectores privados se están dando iniciativas que muestran que “las personas ciegas existen” y necesitan ser tomadas en cuenta por el estado y las empresas.
“Pensar en una persona con discapacidad visual es pensar en todo un entorno familiar, dado que afecta al grupo entero de manera indirecta. Así fue que decidimos desarrollar un producto que responde a estas necesidades y lo hace evidente en su envase, ya que no sólo sirve para una rápida identificación, sino para crear conciencia de la existencia de las personas con discapacidad visual”, resume Pablo Tenenbaum, Presidente de Biferdil.
Se ha comenzado a tratar una ley que obliga a los laboratorios a que todos los medicamentos cuenten con el nombre del genérico y el 0800 del laboratorio en braille para que, quién precise acceder a tal droga tenga autonomía a la hora de adquirirla o poder evacuar sus dudas llamando al servicio de atención al cliente.
Desde hace un tiempo, en la Ciudad de Buenos Aires, se exigió a los restaurantes que tengan su carta en braille, para permitir que las personas ciegas tengan acceso al menú. Sin embargo, esta norma no es respetada en muchos casos.
En el último mes de enero, el Banco Central de la República Argentina dictó una resolución que exige a todos los bancos que también trabajen sobre la inclusión y así, para el 30 de junio de 2013, al menos el 10% de los cajeros deberán ser accesibles para personas con discapacidad visual. Además, todos los formularios y contratos deberán estar escritos en braille.
Para Pablo Lecuona, la clave es poder lograr la autonomía. “Cuando se piensa en hacer un producto o diseñar un espacio físico, se piensa en una persona ideal, con ciertas características y no se piensa en la variedad de personas que pueda haber. Para nosotros, el hecho de que se incluya el braille en productos para el cabello, en los cajeros automáticos, en la carta de un restaurant, es vital. Nos da autonomía. La dependencia es algo que con el braille se podría minimizar”, reflexiona.
El secreto estará en pensar en lo inclusivo. En pensar, en el momento de crear algo, de crearlo para distintos públicos y distintas necesidades. Las principales barreras tienen que ver con el desconocimiento de las realidades. Lo importante será entender que, frente a uno no hay un ideal de personas, sino simplemente personas. Con necesidades diferentes, pero con los mismos derechos.
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