Palabras de Don Ramon Jauregui, Eurodiputado español presidente de la Comision Parlamentaria Mixta UE- Mexico a quien tuve el gusto de conocer en España en ocasion de mi beca en la Universidad de Granada:
Después de que la ampliación y la puesta en marcha de la política de vecindad contribuyeran a desplazar el centro de atención de la Unión Europea hacia el Este y el Mediterráneo, el trabajo de la presidencia española ha supuesto el reequilibrio del mapa de los intereses exteriores de la UE con un impulso definitivo a las relaciones con América Latina y el Caribe, lo que redunda en beneficio tanto de las orientaciones de la política exterior española y del refuerzo de la posición de España en la UE, como del papel de la UE como actor global de sus intereses económicos en ALC. Por tanto, el principal objetivo de la presidencia española, el relanzar la relación bi-regional tras años de mantenerse en un bajo perfil, se ha cumplido con éxito.
Tras la VI Cumbre ALCUE (América Latina y Caribe-UE) del 18 de Mayo en Madrid
quisiera destacar 7 importantes logros alcanzados:
1. La firma del Tratado de Asociación con América Central (más Panamá). En
negociaciones desde 2007, es el primero de su tipo que cierra la UE en su relación
con América Latina. Se han superado importantes obstáculos técnicos y políticos
(las negociaciones estaban paralizadas por la situación hondureña) y se ha alcanzado
un acuerdo comercial que favorecerá la integración regional en una región tradicionalmente focalizada en Estados Unidos.
2. Los acuerdos multipartes con Colombia y Perú que suponen un avance significativo
en materia laboral, derechos humanos, medio ambiente y a nivel comercial.
Después de las dificultades que atravesaron las negociaciones para un Acuerdo de
Asociación con la Comunidad Andina lanzadas en 2007, por divergencias entre los
miembros de la Comunidad Andina, el nuevo acuerdo supone un paso histórico entre
esos dos países y la UE. Ecuador podría sumarse al acuerdo, mientras la puerta
sigue abierta para Bolivia y al relanzamiento de las negociaciones de un Acuerdo
de Asociación bi-regional.
3. El anuncio formal de reanudar en julio próximo las negociaciones entre la
UE y Mercosur, con la expectativa, quizás exagerada, de cerrar un acuerdo en lo
que queda de 2010. Las negociaciones con MERCOSUR se iniciaron en el 2000 y
estaban estancadas desde 2004. Se trata del acuerdo bi-regional más ambicioso del
mundo, sumando 700 millones de ciudadanos, con el 5° bloque regional en términos
de PIB para el que la UE supone el primer socio comercial y el origen del 58%
de la inversión extranjera.
4. También hay que mencionar la creación de la Fundación Eurolat, un organismo
que se ocupará del seguimiento de los programas y convenios acordados entre las
partes y servirá de espacio permanente para el diálogo entre las regiones, contribuyendo al refuerzo de la asociación estratégica bi- regional y la visibilidad de ésta en ambas regiones, dotándola de una dimensión social. Todavía no hay un acuerdo sobre el lugar en el que debería instalarse su sede (Alemania, Francia e Italia se disputan el derecho de convertir a Hamburgo, París o Milán en el lugar de funcionamiento de la fundación).
5. La puesta en marcha del Mecanismo de Inversión en América Latina (MIAL
o LAIF en inglés), un fondo de 125 millones de euros que permitirá canalizar una
mayor cantidad de recursos para obras de interconexión, infraestructura energética,
energías renovables, transporte, medio ambiente, cohesión social e incluso para la
promoción de la pequeña y mediana empresa.
6. Aprobación de un “Plan de Acción 2010-2012”, que intenta garantizar el cumplimiento de lo acordado en la Cumbre y su seguimiento hasta la próxima reunión,
la VII, a celebrarse en 2012 en Santiago de Chile.
7. Paralelamente a la Cumbre de Madrid, durante la misma semana se aprobó el
plan Estratégico con México y la nueva Asociación para el Desarrollo y la innovación
con Chile, que ponen a disposición de la Unión y de sus dos socios un
nuevo marco de cooperación reforzada.
La importancia de América Latina para la UE
La agenda de la presidencia española ha contribuido a reubicar a América Latina en el
mapa geopolítico europeo. Se han realizado avances significativos, pero el mundo camina a gran velocidad y Europa no debe perder tiempo. Debemos avanzar con un objetivo claro en el largo plazo: consolidar la alianza estratégica bi-regional, un objetivo presente desde la I Cumbre UE-ALAT celebrada en 1999 en Río de Janeiro. ¿Por qué debe ser América Latina una prioridad para las relaciones exteriores de la UE?
1. Desde un punto de vista estratégico, América Latina está atravesando un periodo
de estabilidad política y crecimiento económico sin precedentes. Está realizando una
apuesta clara por involucrarse cada vez más en el escenario mundial. Al mismo tiempo,
Europa necesita nuevos parteners para conservar su posición de liderazgo y no
quedar atrás.
Iberoamérica se ha consolidado como una de las grandes regiones económicas
emergentes a nivel Global y un actor imprescindible en los foros internacionales que
están dibujando la nueva arquitectura institucional internacional. Recordemos que tres países de AL, Argentina, México y Brasil, son miembros del G20.
En este sentido, América Latina es un socio natural de la UE. Entre la UE y
América Latina existe una comunión de valores, unas similitudes culturales, que no
existen con otras regiones emergentes del mundo. Esas similitudes encuentran su expresión en nuestras sociedades democráticas, pluralistas, defensoras de las libertades fundamentales y los derechos humanos. Compartimos, por tanto, una misma cosmología, unos mismos objetivos basados en una serie de valores y principios que deben permitirnos hablar con una misma voz en los foros de la gobernanza global.
2. Desde un punto de vista económico, América Latina ha fortalecido sus fundamentos
macroeconómicos en los últimos años, lo que ha permitido a la región resistir con
mayor solidez el impacto económico y financiero de la crisis global que en el pasado.
La región apuntala el crecimiento económico continuado que ha venido experimentado
en los últimos años y crecerá, según estima el FMI al rededor del 4% en 2010. En su
conjunto, emergerá con más fuerza de la crisis que la mayoría de las economías avanzadas.
En este sentido, se trata de una región en pleno proceso de cambio que está dejando
atrás los recuerdos de algunas perturbaciones económicas que habían venido
afectando a diversos países de la región de forma sistemática. Aunque persisten algunas debilidades del pasado —América Latina es la región del mundo con mayores desigualdades— en general se está avanzando en la buena dirección en materia de políticas monetarias y fiscales anticíclicas, mejor regulación del sector financiero, el desarrollo de la demanda interna y la diversificación de la producción y los mercados de exportación y la buena disposición para utilizar el tipo de cambio como amortiguador de shocks, que han permitido mitigar la intensidad de la crisis.
En este proceso la Unión Europea ha jugado un rol importante, ampliando e intensificando sus relaciones de cooperación, comerciales y políticas. No obstante, debemos reconocer que en términos relativos otras regiones emergentes del mundo (no solo los países de la región del Asia-Pacífico, sino también otros países como India o Irán) han venido ganando un peso cada vez mayor en América Latina, lo que representa otra prueba de la importancia creciente del subcontinente en la arena internacional.
El caso de China y su creciente influencia en la región es el más evidente y vale
la pena analizarlo con detalle. En el año 2009, en que el mundo enfrentó su peor crisis económica en ocho décadas, presenció al mismo tiempo la consolidación de China
como un actor central en la economía mundial. Mientras los países industrializados
experimentaban caídas en el producto de un 3,2%, China logró crecer a un 8,7%. Asimismo, y en el contexto de una caída abrupta y generalizada en los flujos del comercio mundial (12,2% en volumen), China desplazó a Alemania como el principal exportador mundial de mercancías. La entrada en vigor el 1 de Enero de 2010 de la zona de libre comercio entre China y los diez países del ASEAN, un espacio que agrupa a 1.900 millones de personas y cubre un comercio entre sus miembros de 4,5 billones de dólares, no hará sino consolidar la posición clave de China como referente productivo, tecnológico y financiero a nivel internacional en el mundo que emerge tras la crisis.
En este marco, China ya se ha convertido en un socio más que destacado para
un número importante de economías latinoamericanas. Es el primer destino de exportaciones de Brasil y Chile y el segundo para Argentina, Costa Rica, Cuba y Perú. Su elevada demanda de alimentos, energía, metales y minerales ha beneficiado a los países exportadores de esos productos, mejorando de forma sustancial sus términos de intercambio y estimulando su crecimiento. Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), en 2014 China desplazará a la UE como segunda potencia comercial en el subcontinente.
Aunque, como destacaba Osvaldo Rosales, Director del Departamento de Comercio
Internacional de la CEPAL en un reciente debate organizado por "Friends of
Europe", las relaciones comerciales entre China y América Latina siguen estando marcadas "por un patrón del siglo XIX" —es decir, que China vende a América Latina y
el Caribe bienes manufacturados y compra materias primas— ambas regiones han re
afirmado su voluntad de cambiar esa tendencia, diversificando su comercio e incorporando áreas de más valor añadido a sus intercambios.
En este marco parece evidente que Europa debe aprovechar el impulso renovado de la Presidencia española para seguir fortaleciendo las relaciones con América Latina
para consolidar, utilizando la jerga de la Comisión Europea, una verdadera "asociación de actores globales", ofreciendo acuerdos de asociación cada vez más generosos y apostando claramente por la innovación y la competitividad como motores de una relación que se presenta cada vez más necesaria. Asimismo, deberemos ampliar el marco de nuestras relaciones y explorar nuevas formas de cooperación.
Una de las principales aportaciones del reciente estudio del grupo de sabios liderado
por Felipe González sobre el futuro de Europa, era el dato alarmante del desarrollo
demográfico Europeo. Europa necesitará para poder sostener sus niveles de vida
presentes alrededor de 100 millones de inmigrantes nuevos en 20 años. Apostar por la
inmigración latinoamericana, considerando las enormes coincidencias culturales entre
ambas poblaciones, es un reto que debe tomarse en serio. El rol de las empresas europeas multinacionales en el desarrollo y la cohesión social de América Latina es otro ámbito en el que aún queda camino por recorrer. Convertir a las grandes empresas europeas en referentes y líderes de la cultura de Responsabilidad Social Empresarial en América Latina consolidará y prestigiará nuestra presencia económica.
Perspectivas a medio plazo
Las relaciones entre las dos regiones avanzaran si persiste la voluntad política en las dos partes. Sin embargo, en el lado latinoamericano, pero también en el europeo persisten obstáculos que pueden plantear dificultades.
Desde la perspectiva de la Unión Europea, es evidente que tras la Cumbre de
Madrid, América Latina vuelve a estar en el radar europeo, aunque en este punto hay
que preguntarse: ¿durante cuánto tiempo? Eso dependerá de la voluntad de los EEMM
entre los que existen importantes divergencias respecto a las prioridades exteriores.
Dos cuestiones preocupan en este plano. De una parte la importancia que los países del Este Europeo, algunos de ellos —no todos— tradicionalmente alejados de los intereses de América Latina. De otra, las también tradicionales divisiones entre Estados Miembros para avanzar en los aspectos comerciales con América Latina dadas las tendencias proteccionistas de muchos productos agrícolas.
Por otro lado es fundamental el rol de la Comisión: tras años de negociaciones
para la aprobación del Tratado de Lisboa, finalmente se ha logrado establecer el marco institucional para que Europa pueda tener, al menos formalmente, una política exterior común. De este modo, es la Comisión Europea, a través de sus comisarios y funcionarios, quién expresa en las cumbres de la UE-AL los puntos de vista europeos. En este sentido Catherine Ashton, la alta representante europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad tiene una gran responsabilidad. Deberá ir definiendo su espacio y ganando protagonismo, por ahora limitado por las otras cabezas visibles de la Unión (Barroso, Van Rompuy, Presidencia rotatoria...). Hasta el momento respecto a América Latina, Ashton ha mostrado un perfil bajo. Su aparición en la cumbre de Madrid fue prácticamente testimonial y se ha criticado su falta de reflejos respecto al drama del terremoto de Haití. La Comisión, desde la entrada de Ashton, no ha hecho público ningún documento importante. Tampoco en relación a la Cumbre de Madrid. De momento, persiste la línea establecida por Ferrero-Waldner que se concreta en la Comunicación de 2009 "La Unión Europea y América Latina: una asociación de actores globales".
Por el lado latinoamericano es preocupante la creciente división ideológica en
la región que dificulta, por un lado, la integración regional, y por otro, los avances en las relaciones con la UE. Un buen ejemplo de ello han sido las dificultades en los acuerdos comerciales con la Comunidad Andina con la oposición de Bolivia a las negociaciones sobre cualquier tratado de "libre comercio" acompañada de las acusaciones de Morales a Europa de querer dividir la CAN, a través de los Acuerdos Comerciales con Colombia y Perú y las declaraciones sobre teorías conspiratorias "colonialistas" repetidas incesantemente por los miembros del ALBA.
La UE debe seguir haciendo lo posible por promover la integración regional en
la región y sigue abierta a las negociaciones con todos los países de la región. No obstante, dadas las dificultades planteadas en algunos foros regionales, la UE ha hecho una apuesta por avanzar de forma bilateral también con aquellos países que tengan voluntad de hacerlo. En este sentido no es casual que tras la Cumbre de Madrid los únicos países latinoamericanos que no han firmado o estén negociando acuerdos de asociación, o similares con la UE sean Cuba, Venezuela y Bolivia. Por el lado europeo, han coincidido la presidencia rotatoria de la UE con la Presidencia pro Témpore de Argentina en MERCOSUR, lo que en este caso, por ejemplo ha facilitado mucho las cosas. Será crucial la próxima presidencia de Brasil del MERCOSUR, para consolidar los avances en este sentido.
El liderazgo europeo será clave para el futuro de las relaciones. En este sentido
no basta con que España y Portugal quieran impulsar la relación bi-regional. Es necesario que las altas instancias de Bruselas se comprometan seria y formalmente con este empeño. Comenzando por los responsables de la política exterior europea. De ahí la importancia del compromiso alcanzado por España con las próximas presidencias de Bélgica y Hungría, respecto a América Latina.
Bruselas, julio de 2010
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