domingo, febrero 11, 2007

La nueva era del “emprendedor profesional”

sábado, 13 de enero de 2007
Emprender no es sólo tener una buena idea y ganas de llevarla a cabo. Más en estos tiempos en donde la tecnología cambia día a día y la competencia nace de los lugares menos pensados.


Está claro que nuestro país fue siempre tierra de emprendedores. Basta remontarse a nuestra historia y analizar el proceso inmigratorio, en donde jóvenes y no tan jóvenes dejaban todo -familias, casas, trabajos y proyectos- para embarcarse en una aventura, sin más que el sueño de “hacer la América”.
A pesar de los años ese fuego no se apagó. Todo lo contrario, grandes empresas fueron naciendo en virtud de esa llama inextinguible que llevó a nuestro país a ser uno de los mejores del mundo. Quizás esa también fue causa de varios de nuestros fracasos en muchos aspectos. Somos buenos para empezar pero carecemos de constancia para continuar y terminar las cosas.
Siento que llevo algo de ese espíritu y quizás por eso el destino me llevó a desarrollar la actividad que hoy me hace estar cerca de los emprendedores. Sin embargo, los emprendedores no fueron siempre iguales. Así como las circunstancias y los tiempos cambian, los emprendedores van cambiando y se van adaptando a los nuevos tiempos.
Hacia fines de los ´90, cuando Estados Unidos ya había vivido un par de años de boom de Internet y las nuevas tecnologías, Argentina vivió su propia burbuja, en donde jóvenes e inversores jugaron a la ruleta unos meses. Lamentablemente para todos, algún día el cero iba a salir, y sólo unos pocos recordaron poner en ese casillero una ficha.

La economía real
Quizás los negocios más vinculados a la economía real fueron quienes lograron sobrevivir y sobreponerse al famoso “Black Friday”. Pero lo cierto es que entre tanto desastre, la semilla del espíritu emprendedor había quedado sembrada.
Así fueron naciendo instituciones que comenzaron a construir las bases de un ecosistema esencial para el crecimiento económico, cultural y social de cualquier país, el “ecosistema emprendedor”. Nacieron entonces centros de emprendedores, como el del IAE, con su competencia de planes de negocios “NAVES”, y otras instituciones que intentaban contagiar el espíritu emprendedor mediante el apoyo a casos de éxito, como Fundación Endeavor. Todas estas instituciones fueron generando un efecto multiplicador, que llevó a muchos a arriesgar tiempo, esfuerzo, dinero y sueños, para crear su propia empresa.
No vamos a negar que la situación del país le dio un empujón enorme, ya que la alta tasa de desempleo de fines de los ‘90 y principios de 2000 presentaba al entrepreneurship como única alternativa de salida laboral.
En los primeros años del nacimiento del ecosistema muchos quedaron en el camino debido a varios factores pero fundamentalmente podemos resumirlos en dos: falta de recursos y falta de experiencia o capacidad de ejecución en el equipo emprendedor. El tiempo solo se encargó de ir ajustando las cosas y con el crecimiento de la economía argentina, el dinero llegó. Pero los emprendedores no se habían quedado sentados esperando los recursos, sino que salieron a capacitarse, autofinanciarse y muchos se lanzaron a la aventura arriesgando su propio patrimonio, pero esta vez con el soporte invaluable de instituciones y personas especializadas y comprometidas con los grandes desafíos.
Ya el emprendedor no es solo pasión: está capacitado, asesorado, y apoyado por un ecosistema que se fue puliendo en estos años y que sigue creciendo día a día. El nacimiento de nuevas empresas en el país se ha desarrollado de manera vertiginosa, pero lo importante de estos nacimientos en comparación con los de la burbuja de los ‘90, es que los emprendedores son distintos y las circunstancias también los son. También es cierto que la tasa de natalidad de los nuevos proyectos ya no lo es tanto por necesidad, sino por oportunidad. Esto hace que la tasa de mortalidad de los emprendimientos nacidos en el ecosistema haya bajado drásticamente.
El fuego es el mismo, la pasión esta intacta pero el emprendedor es distinto. Hoy cuenta con armas que antes no contaba. El propio ecosistema le ha creado los recursos que faltaban. Como ejemplo de ello está el Club de Inversores de los antiguos alumnos del IAE, nacido a mediados del 2005, el cual en solo un año dio la posibilidad de crear más de ocho empresas, contando hoy con más de 70 miembros con intenciones serias de invertir en los nuevos emprendedores profesionales.
Estamos viviendo entonces un momento histórico de la actividad emprendedora en nuestro país, una nueva era, la de los “emprendedores profesionales”. ¿Qué características tienen? Básicamente las mismas de los emprendedores exitosos de todos los tiempos, con la diferencia de que hoy están apoyados por un ecosistema que les permite hacer más viables sus sueños. Podríamos decir que el emprendedor profesional se distingue del emprendedor tradicional por lo siguiente:
-Se capacita y entrena antes de iniciar su aventura,
-busca apoyo en las instituciones del ecosistema
-si bien tiene alta autoestima, conoce sus debilidades y escucha e incorpora los consejos de los que saben,
-elabora un Plan de Negocios pormenorizado e intenta minimizar las posibilidades de fracaso,
-intenta validar previamente su proyecto,
-busca incorporar inversores que aporten smart money al proyecto, no sólo dinero,
-tiene capacidad de liderazgo y conoce al detalle las particularidades del negocio
-y sabe delegar cuando es necesario.

Una nueva era
Es curioso como este cambio histórico que estamos viviendo no ha sido detectado o apoyado por los grandes medios masivos de comunicación o por el Gobierno. Quizás sea por la misma razón que alguna vez algún inversor rechazó las ideas de Edison (quien rechazó sus ideas y su proyecto fue ni más ni menos que la banca Morgan), o de Carlson Chester, el inventor de la fotocopiadora y fundador de Xerox (en este caso, quien le cerró las puertas fue IBM, que en esa época era líder en patentes de invención), o por la misma razón que muchos inversores se jactan de sus grandes inversiones y no cuentan las posibilidades que dejaron pasar por simple descreimiento o por mantener el status quo de sus estructuradas cabezas (sino pregúntenle a la banca Morgan o a IBM). A pesar de ellos y de todo, la nueva era de los emprendedores profesionales ha llegado para quedarse y para hacer grandes cosas por nuestro país. “El que quiere oír, que oiga”.

Manuel Tanoira




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