viernes, mayo 21, 2010
“La dimensión socio-ambiental del valor es esencial y debe estar al mismo nivel que lo económico”
REDUNIRSE ha entrevistado a Ezequiel Reficco profesor de estrategia en la Universidad de los Andes (Bogotá). Entre 2001 y 2008 se desempeñó en Harvard Business School como Post-Doctoral Fellow, primero, y Senior Researcher, luego. Es co-autor de Social Partnering in Latin America (Cambridge, MA: Harvard University Press, 2004) y publicó en Harvard Business Review ed. América Latina, y el Stanford Social Innovation Review, entre otras.
1) ¿Por qué es importante la creación de valor tanto económico como social? ¿De qué forma piensa que se puede crear ese valor?
Hay dos niveles de argumentos para responder a esa pregunta; el primero es conceptual, y el segundo es práctico. Desde el punto de vista conceptual, entender el valor como puramente económico, nos llevó a la situación en la que nos encontramos hoy. Esa mirada unidimensional surge porque la dimensión económica del valor resulta más fácil de definir y de medir. Pero si uno considera que el único valor que produce el aparato productivo de un país es económico, y considera a lo social y lo ambiental como meras “externalidades”, lo relega a un nivel secundario, lo que genera incentivos perversos. La dimensión socio-ambiental del valor no es “un lindo detalle”, sino que es esencial y que debe estar al mismo nivel que lo económico.
Desde lo práctico, considerar el valor como multidimensional genera las señales para que toda la organización (es decir: su capital humano, sus recursos financieros, su conocimiento) se focalice para la construcción de una sociedad más equitativa y más próspera.
2) ¿Usted cree que estamos delante de un cambio de conciencia y del modo de ver las cosas donde los valores positivos toman cada vez mayor importancia en las empresas?
No, francamente no. No veo un “cambio moral” en la comunidad de negocios. Lo que puede ser es que hayan cambiado los incentivos y los límites de lo que se puede hacer y lo que no se puede hacer. Pero no creo que sea un tema de motivación intrínseca, de una nueva conciencia moral. En la medida que ha habido cambio en el discurso empresarial es porque la sociedad civil y distintos movimientos consiguieron empujar estos temas en la agenda: ignorarlo genera costos y nadie quiere pagar costos. Personalmente soy un poco escéptico respecto de aquellos discursos que ponen el acento en la ética empresarial como algo intrínseco y desligado de los incentivos empresariales y de mercado.
3) ¿Cuál sería para usted la manera de lograr que este tipo de políticas sea lo primordial y pase a formar parte de lo cotidiano?
Esta pregunta está muy en línea con la primer pregunta. Para mí la respuesta pasa con alinear los incentivos, es decir, que lo social y lo ambiental pasen a ser parte esencial del valor que una empresa genera en sociedad. Que el resultado de sus actividades no se entienda solamente como la línea de resultado financiera, sino también la línea de resultado social y la línea de resultado ambiental. Para que eso sea real, se debe insertar una dimensión socioambiental en la cultura organizacional, en los procesos, en los incentivos, en la selección de personal. Cuando ello ocurre, la dimensión socio-ambiental del valor se convierte en algo cotidiano y relevante en la toma de decisiones empresariales, no solamente de lo que se ocupan los “especialistas” de relaciones con la comunidad, o medioambiente.
4) En la actualidad, se evidencian cada vez más alianzas entre empresas y organizaciones civiles. Según su opinión, ¿a qué se debe esta tendencia, y puede enunciar algún caso de alianza exitosa?
Sí, es cierto que cada vez hay más alianzas intersectoriales. En los últimos 20 años hubo un cambio en la manera en la cual el sector privado percibe a la sociedad civil. Hasta fines de los años 80 el empresariado veía a la sociedad civil como un obstáculo, como un freno, como “parte del problema”. Con el paso del tiempo la sociedad civil pasó a ser vista como socio posible, como “parte de la solución”. Las empresas tomaron conciencia de que habría beneficios de este diálogo. Hemos recorrido un largo camino; vemos en la región múltiples alianzas en donde la sociedad civil es socio activo de la empresa privada, en algunos casos como cogestor de cadenas de valor que de otra manera simplemente no serían concebibles.
Hemos co-escrito un libro hace unos años que está disponible en Argentina que se llama Alianzas sociales en América Latina (incluso está disponible en forma gratuita en la página www.sekn.org) en donde analizamos una muestra de 24 alianzas intersectoriales exitosas e innovadoras de 6 países de América Latina. Por mencionar un ejemplo, entre ellas está la experiencia de AUSOL, el concesionario de accesos de zona norte de la ciudad que se alió con la Fundación SES para promover la educación no formal en zonas carenciadas del gran Bs. As. A través de esa alianza, AUSOL consiguió movilizar el interés y el compromiso de sus empleados a través de distintas actividades de voluntariado, ayudando a la fundación en tareas de capacitación y educación no formal.
5) Al parecer, las empresas generalmente hablan de sus programas sociales pero muy poco de las características propias de la gerencia social. ¿Qué opina usted al respecto?
Sí, la gestión de emprendimientos sociales tiene características particulares. De hecho, hemos trabajado en otro libro sobre ese tema, titulado Gestión efectiva de emprendimientos sociales, que también puede ser descargado gratuitamente de la página de SEKN (www.sekn.org).
La agenda de la responsabilidad social empresarial (o RSE) no ha tenido demasiado éxito en persuadir a las empresas a ir más allá de ciertos programadas bien intencionados, pero que no consiguen insertarse en el corazón del negocio. Eso no quiere decir que no haya excepciones, sólo que la gran mayoría han tomado a la RSE sólo como una oportunidad para satisfacer expectativas en forma reactiva, y disminuir presiones. Las empresas son muy buenas en satisfacer demandas que no sean muy complejas o muy caras. Entonces, cuando surge la demanda de tener un programa de voluntariado, crean un programa de voluntariado; cuando perciben en sus grupos de interés la demanda de colaborar con alguna causa popular, hacen algún tipo de contribución con esa causa. Sin embargo, la agenda de la RSE no termina de integrarse con el negocio. Sigue existiendo un doble lente, uno por el cual miran su negocio y otro por el cual miran lo social, y es por eso entonces no conseguimos avanzar.
Creo que la agenda de movimiento de la RSE se está quedando corta. La crisis ambiental y el discurso de la “sostenibilidad” ha demostrado más éxito en conseguir captar la atención de las grandes corporaciones
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1 comentario:
Excelente entrevista: a pesar de ser sociólogo, el mundo del emprendimiento social como es pintado aquí es un mundo nuevo. Espero realmente que se siga construyendo esta cultura de sostenibilidad en el que lo económico-ambiental-social son las tres patas que sostienen la mesa del desarrollo...
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