martes, octubre 17, 2006

Armas para desterrar la pobreza

MIAMI.- El nuevo Premio Nobel de la Paz otorgado a Muhammad Yunus, de Bangladesh, y a su banco para los pobres debería ayudar a prestar más atención a un problema en América latina: la enorme cantidad de pobres que vive excluida del sistema capitalista. Aunque mucho se está escribiendo sobre la necesidad de que los países latinoamericanos sigan los pasos de China, la India y otros países que se han insertado con éxito en la economía global, también es cierto que una gran cantidad de latinoamericanos ni siquiera está integrada a la economía de sus naciones. Según varios estudios, más de la mitad de los latinoamericanos operan en la llamada economía informal o subterránea. Un estudio reciente de 12 países de América latina realizado por el Instituto Libertad y Democracia y el Banco Interamericano de Desarrollo ofrece algunos datos alarmantes:
El 65% de las propiedades urbanas en América latina son "extralegales". Sus dueños no tienen documentos de propiedad válidos que les permitirían, por ejemplo, usar su propiedad como garantía para obtener un préstamo bancario para crear una empresa.
El 76% de las propiedades rurales en América latina son "extra-legales". La mayoría son viviendas construidas en terrenos del Estado, ocupados por campesinos.
El 92% de las empresas en América latina son "extralegales". Aunque muchas tienen algún tipo de registro, no tienen los documentos legales requeridos para emitir acciones, obtener créditos o realizar trámites para importar o exportar productos.
El valor total de los activos "extralegales" en América latina suma US$ 1,2 trillones. Este "capital muerto" es varias veces mayor al de las inversiones extranjeras y las reservas bancarias de la región. Otro estudio, de la revista The Economist afirma: "Por lo menos la mitad de la población latinoamericana no tiene acceso a los servicios financieros formales". El Banco Grameen de Yunus ofrece microcréditos a los más pobres de los pobres para ayudarlos a comprar una vaca, unos cuantos pollos o una máquina de coser. No pide garantías, sino que confía en la presión grupal: los préstamos -que promedian unos US$ 200- se dan a grupos de cinco personas, de las cuales dos reciben el dinero; las otras tres deben esperar a que el dinero sea devuelto para poder exigir el desembolso de sus propios préstamos. Aunque ya existen muchos bancos de ese estilo en América latina, y aunque cada vez más los grandes bancos se están metiendo en el negocio, muchos expertos dicen que el alcance de estos microcréditos es limitado. Los microcréditos ayudan enormemente a que los más pobres entre los pobres puedan subsistir, pero no son una herramienta eficaz para lograr que la mayoría de los pobres en América latina puedan recibir préstamos de más dinero -como US$ 5000 o US$ 10.000- que les permitan abrir un taller mecánico u otro negocio, contratar empleados y convertirse en pequeños empresarios. El economista peruano Hernando de Soto, un pionero en el estudio de la economía informal que debería haber compartido el Nobel de Yunus, argumenta que la mejor receta para reducir la pobreza sería darles a las personas derechos de propiedad y una identidad comercial válida que les permitiera ingresar en la economía legal. Mi conclusión: el Premio Nobel de Yunus es bien merecido. Pero para reducir la pobreza en la mayoría de los países latinoamericanos la prioridad debería ser regularizar los derechos de propiedad y hacer que los millones de personas que viven en la economía subterránea ingresen en la economía formal. Si uno quiere que el capitalismo funcione, hay que permitir que todos tengan las herramientas para ser capitalistas.
Para ver los comentarios de Bernardo Kliksberg visite http://topics.developmentgateway.org/civilsociety/rc/ItemDetail.do?itemId=1078342
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Otros comentarios relacionados http://www.grameen-info.org/index.html

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