Josep Lozano: “Consolidar la responsabilidad social es una gran oportunidad económica y para el desarrollo de los países”

Josep María Lozano, director del Instituto Persona, Empresa y Sociedad (IPES) de ESADE (España), participó de la IV Conferencia Interamericana sobre Responsabilidad Social de la Empresa, celebrada en Salvador de Bahía en diciembre pasado, que tuvo como especial preocupación el impacto de la RSE en el desarrollo económico y social de los países. Como conclusión de ese encuentro, el catedrático español –con amplio expertise en estos temas-, comenta el rol del Estado como generador de un ambiente que facilite a las empresas una actividad responsable.



- ¿Qué se espera de la IV Conferencia Interamericana sobre Responsabilidad Social Empresarial?

Por una parte, creo que servirá para dar un impulso a la normalización en la agenda pública de los temas de la responsabilidad social. Por otra parte, esperamos que, por cómo se desarrollan éstas conferencias, se vea que consolidar la responsabilidad social es una gran oportunidad económica pero, también, para el desarrollo de estos países. Además, se puede demostrar que el debate sobre lo económico y social es un debate inseparable.

También podemos esperar una mayor toma de conciencia sobre la oportunidad que representa, desde el punto de vista político, incorporar estos criterios. Pero de la misma manera que la responsabilidad social supone un cambio de mentalidad en las empresas, su desarrollo también requiere un cambio de mentalidad en los gobiernos ye en las políticas públicas.

No se pueden impulsar nuevas visiones de la empresa desde viejos modelos políticos y, por tanto, aquí hay una oportunidad para aprender a integrar de manera adecuada, para la realidad latinoamericana, este modelo de empresa.

- ¿Cuál es el futuro y cuáles deben ser los siguientes pasos?

Creo que para bien y para mal la responsabilidad social es una visión sobre la empresa y sobre la sociedad y, por tanto, es más un marco de referencia con unos objetivos concretos y una meta definida de antemano. Creo que falta mucho camino por recorrer y que el camino principal es normalizar la idea de la responsabilidad social como algo normal dentro de la cultura de la empresa. Se trata de un debate abierto a la discusión y falta mucho recorrido para que forme parte de la cultura empresarial.

Por otra parte, también falta mucho para que los consumidores y los mercados reconozcan a las empresas bajo estos parámetros y para que las políticas públicas tengan una visión de conjunto de lo que representa.

Además, debemos de ser concientes de que como movimiento, la RSE ha cuajado hace relativamente poco, aunque hace bastante tiempo que se habla de ella, y, por tanto, insisto en que en estos momentos uno de los grandes riesgos que tenemos es confundir el éxito mediático y la proliferación de conferencias, actos y mesas redondas sobre el tema, con la penetración en la cultura empresarial. Por tanto, falta mucho recorrido de normalización y mucho en la búsqueda de instrumentos de gestión que permitan hacer operativa esta visión. Iniciativas como las que impulsa el BID pueden ser una contribución muy importante en este sentido.

- Muchas empresas se aprovechan de las legislaciones laxas de los países latinoamericanos. ¿Están los Gobiernos latinoamericanos preparados para afrontar el rol que se espera de ellos a la hora de establecer la RSE?

Habría que matizar la palabra “aprovecharse” porque, en ocasiones, puede tener un sentido estrictamente peyorativo o estrictamente de oportunidad. Naturalmente, sin fortaleza institucional es muy difícil desarrollar políticas de responsabilidad social pero en algunos países se da, en gran medida, una utilización legítima de algunas ventajas. Mirando a medio y largo plazo, la pregunta que hay que hacerse es hasta qué punto el desarrollo de la RSE y el fortalecimiento institucional se necesitan mutuamente. Circunstancialmente, puede que sea así pero debería quedar claro que la responsabilidad social no es la asunción por parte de cada empresa de responsabilidades que competen a los gobiernos.

- ¿Cuál cree que es el rol del Estado a la hora de crear un ambiente propicio para la RSE?

El Estado puede tener diversos roles o realizar distintas funciones. Por un lado, puede tener una función de diseminación y reforzamiento de buenas prácticas, asimismo puede realizar una labor de reconocimiento público de iniciativas empresariales o ayudar a crear unos mínimos de credibilidad en lo que se refiere a las empresas cuando comunican sus prácticas de RSE.

También, es muy importante que el Estado tenga su propia política de desarrollo de la RSE, que integre y coordine los aspectos de sus políticas que están dispersas en sus distintos departamentos. Es decir, los criterios que rigen la responsabilidad social no son únicamente para las empresas, es importante que las Administraciones públicas incluyan los mismos criterios de responsabilidad social en sus prácticas, tanto en lo referente a las compras públicas como en los requerimientos para trabajar en la Administración, como en su propio modelo organizativo.

- ¿Cree que es necesario que el Estado regule la actividad de las empresas en materia de RSE? ¿Dónde quedaría la voluntariedad?

Creo que debe mantenerse el criterio de voluntariedad como un punto de referencia importante, pero debe de tenerse en cuenta que algunas condiciones para desarrollar la RSE pueden requerir algún tipo de regulación, como mínimo, para hacer creíble su comunicación o en lo referente al control y supervisión de prácticas que se presentan como RSE y no siempre se pueden considerar como tal.

Por otra parte, se podría hablar más que de regulación de algún tipo de incentivos. También hay que considerar opciones de soft regulation, como las que existen en otros países para la Inversión Socialmente Responsable (ISR).

Finalmente, otro aspecto que es importante y generalmente se olvida es que, si consideramos la RSE como un enfoque global de la gestión empresarial y no como un tipo de prácticas específico, ya existe mucha regulación que corresponde al ámbito de la RSE.

En cualquier caso, tampoco creo que deba plantearse de manera taxativa la no regulación. Creo que hoy necesitamos un debate abierto y no generalista sobre qué ámbito debe regularse y cuál no.

- ¿Cree que las empresas están a favor de que se regule su actividad?

No estarían demasiado dispuestas a aceptar una regulación, aunque, como ya he dicho, en estos momentos ya existe una amplia regulación que tiene que ver con la RSE. En cualquier caso, hay una gran confusión a la hora de hablar de responsabilidad social porque muchas veces únicamente se piensa en las iniciativas que han aparecido últimamente a propósito del debate entorno a la responsabilidad social pero, si lo entendemos como una visión de conjunto de la empresa, ya hay un buen paquete de medidas al respecto.

Es probable que a las empresas que trabajan en serio bajo criterios de responsabilidad no les disguste que se ponga en marcha algún tipo de regulación, no en el sentido de imposición u obligatoriedad pero sí de regulación que ayude a clarificar y evitar confusiones. Creo que no tiene mucho sentido hablar de regulación en general y en abstracto, es bueno para ellas poder diferenciarse de aquellas que, a lo mejor, lo hacen únicamente como maquillaje.

- ¿Qué otras medidas cree que puede tomar un Gobierno para aumentar el apoyo de las empresas a la RSE?

Hay una desproporción entre la presencia mediática de la idea de la responsabilidad social y la asunción real por parte de las empresas, por lo tanto deberían de tomarse, sobre todo, medidas de impulso y facilitación. Esta situación se produce muchas veces por la falta de instrumentos y conocimiento; en ocasiones se desconoce cómo una política de responsabilidad social se integra en la competitividad empresarial.

A veces damos por bueno el hecho de que un número significativo de empresas esté incorporando acciones de responsabilidad, sin darnos cuenta de que no es algo añadido a la práctica empresarial si no que va adherido a la competitividad de la misma empresa. En este sentido, en la relación entre RSE y competitividad, aún queda bastante por hacer, parece que la empresa lo tiene asumido pero no creo que sea así, falta trabajar más en el papel que tiene la información y en dar instrumentos que permitan ver que esto es razonablemente creíble.

- Dentro de las prácticas de RSE, ¿cree que el sector privado tiene un compromiso real con el medio ambiente y la sociedad? ¿O cree que forma parte de su estrategia para crearse una imagen?

Yo no lo plantearía como una dicotomía, es decir como si hubiera un extremo claramente positivo y otro en el que todo fuera una trampa o manipulación. No se puede generalizar, habría que tratar el tema de manera individual pero, en cualquier caso, se puede afirmar que hay empresas que tienen un compromiso real.

Finalmente, no se puede negar que muchas empresas o sectores tienen en cuenta el impacto potencial en su reputación y sobre el reconocimiento público. Es cierto que se da el caso de empresas que, sin ningún tipo de convicción ni compromiso, lo hacen de manera puramente instrumental, pero estos casos suelen durar poco en el tiempo y resisten mal situaciones críticas.

Por otra parte, existe una cierta confusión entre reputación y responsabilidad social, no es lo mismo y debería clarificarse. Una cosa es que la gestión de la responsabilidad social tiene un impacto en la reputación y otra es ver a la empresa en clave de reputación y considerar la responsabilidad social únicamente como un instrumento más entre otros posibles de la gestión de la reputación.

- ¿Qué papel tiene la responsabilidad social de las empresas en el desarrollo de los países?

Una vez más, debemos procurar evitar la disociación entre la responsabilidad social y la responsabilidad económica porque la actividad económica de las empresas es, en sí misma, una contribución a la sociedad, una responsabilidad social. Por lo tanto, visto de una manera más global, es verdad que las empresas cuando actúan, sobre todo en terceros países, pueden llevar a cabo prácticas calificadas específicamente de responsabilidad social, pero están transmitiendo también su modelo de gestión y, por tanto, sí que tienen una responsabilidad en el sentido de que deben clarificar cuál es su responsabilidad y su impacto en relación con su proyecto empresarial.

Cuando la sede de una empresas se encuentra en otro país debe tenerse en cuenta que su actividad tiene un impacto, ejemplar o no, en función de cómo ejerce su actividad y su gestión. Ciertamente, su impacto y su influencia no se reducen estrictamente a lo económico y, por tanto, tendrían que integrar la perspectiva social.

- ¿Hasta qué punto están las empresas obligadas a actuar en beneficio de la sociedad?

Hay que evitar la idea de que la responsabilidad social es simplemente una suma de acciones; es un modelo de gestión y, por lo tanto, la cuestión es hasta qué punto están dispuestas a tener una visión de su actuación como empresas y de que sus objetivos empresariales integren todas las dimensiones.

Están obligadas en la medida que lo requieren las regulaciones nacionales e internacionales. Creo que cuando estamos mirando lo que hacen en terceros países, una vez más, deberíamos evitar la tentación de identificar responsabilidad social sólo con un tipo de prácticas o actividades determinadas. El beneficio para la sociedad es que sean empresas excelentes lo que, en mi opinión, incluye lo que denominamos responsabilidad social.

De todas formas, las ambigüedades de expresiones como “actuar en beneficio de la sociedad” creo que son debidas a que no siempre “responsabilidad social” es un término que ayuda a clarificar de qué estamos hablando.

- ¿Qué países están realizando mayores esfuerzos en lo relacionado con la RSE?

Si hablamos de gobiernos, donde hay más iniciativa en clave política, es en Europa donde, en grados distintos, cada país va incorporando activamente a su agenda la responsabilidad social. También, en América Latina hay una tendencia importante a incorporar a la agenda pública temas de responsabilidad social.