miércoles, junio 01, 2011

Lo que de verdad cuesta es la irresponsabilidad social


Juan José Almagro García, director de RSE de Mapfre, sostiene que la responsabilidad corporativa no cuesta nada frente a lo caro que resulta una crisis de valores como la que, dice, provocó el colapso financiero. No duda en que el reclamo de empresas responsables llegó para quedarse. Y advierte que hay mucho que hacer antes de jactarse de satisfacer esa demanda.
MAR 31 MAY 2011 | 09:40

Por Javier Rodríguez Petersen

Por la demanda ciudadana. Por el papel que juegan en el desarrollo económico y social. Y por el poder que tienen. Esos son los motivos que, para Juan José Almagro García, director general de Comunicación y Responsabilidad Social de Mapfre en España, hacen que hoy las compañías deban pensar en su responsabilidad social y actuar en consecuencia.

Este español que se muestra como un apasionado del tema califica la RSE (Responsabilidad Social Empresaria) como “el compromiso que hoy la sociedad les demanda a las empresas e instituciones para que, además de dar trabajo y resultados, ser innovadoras y competitivas y cumplir con su deber, tengan un comportamiento ético y transparente que las acerque al conjunto de las partes interesadas”.
“La mitad de las 100 mayores economías del mundo son empresas: tienen poder y, por lo tanto, responsabilidad. Y esa responsabilidad supone el compromiso de tratar de darle algo a la sociedad. Las empresas han sido importantes en el desarrollo social y económico. Y en función de esa importancia, la sociedad les demanda que sean capaces de un plus”, resume Almagro García en diálogo con Mercado.
¿Es así?

–Hay una idea de que la RSE es un reclamo de la sociedad. Pero eso no parece traducirse en conductas.
–Formalmente sí. La mayoría de la gente dice que contrataría servicios o productos de una empresa que sea socialmente responsable. Y eso está avalado, por ejemplo, por un estudio de Edelman publicado en The Economist en el que la Argentina está, con España y otros países, en la cabecera de las naciones que piensan que las empresas, además de dar beneficios al accionista, deben comprometerse con la sociedad.

–Pero esa demanda que muestran las encuestas, ¿tiene correlato en los hechos?
–Se traduce parcialmente. A los seres humanos nos gusta presumir y lo cosmético nos vuelve locos. A las empresas les ocurre algo parecido porque están hechas de hombres y mujeres y también presumen de cosas que en realidad no hacen. La sociedad demanda (RSE), más en algunos países que en otros. Y hay países que han apostado claramente por la responsabilidad social, como la Argentina, que es de los lugares en los que hay más empresas que firmaron el Global Contract y se comprometieron a respetar esos principios: hay caldo de cultivo para seguir creciendo en responsabilidad social.

–¿Y eso por qué?
–Creo que hay alguna razón vinculada con las crisis profundas que ha sufrido este país. La Argentina, por ejemplo, dio en 2001 un ejemplo con el voluntariado, que tan desarrollado está hoy en el mundo, cuando gente que tenía un poquito fue capaz de ponerse a trabajar hombro a hombro con el que no tenía nada. Eso desarrolló un sistema que en Mapfre, por ejemplo, tomamos como modelo de voluntariado para el conjunto de la organización.

–A Milton Friedman se le atribuye una frase, “la única responsabilidad de la empresa es generar ganancias para los accionistas”…
–Es de él, pero la dijo en 1971: “Cumpliendo la ley, la responsabilidad social de la empresa es maximizar el beneficio del accionista”. Pero no podemos juzgar el pasado con los ojos del presente. Probablemente, en los primeros años 70 no podía decirse más que lo que dijo Friedman, que al fin y al cabo era un liberal de la escuela económica de Chicago. Hoy, la sociedad, que cambia, no puede decir lo mismo que decía Friedman entonces y reclama que la actividad económica se desarrolle en un escenario mucho más humano y habitable.

–Más allá de que la mayoría de los empresarios no repetirían hoy en voz alta la frase Friedman, ¿cree que tienen incorporado el cambio?
–No todos. Hay países y países. En Emiratos Árabes Unidos, por ejemplo, la mayoría piensa que lo que dijo Friedman es lo que hay que hacer. Y hay otros países en los que se piensa que en este momento eso no es sostenible.

–¿Las acciones de RSE deben ser consensuadas antes con el accionista?
–Claro. La empresa debe contar cuál es la estrategia. Si existe una nueva forma de gestionar, debe ser conocida por el conjunto de la empresa: no vale que el presidente se levante una mañana y diga: “Desde hoy vamos a ser socialmente responsables”. Las políticas de RSE se instauran, se aprueban y se implementan en el conjunto de la empresa y tienen que impregnarla como una mancha de aceite.

–La definición de esas políticas, ¿debe hacerla el management, el directorio…?
–Creo que debe hacerla el management y aprobarlas el directorio.

–¿Y las define la central o las filiales?
–De las dos formas. (En Mapfre) nos comprometemos en una política global y localmente cada empresa desarrolla políticas de RSE que no chocan con la política global.

–Hay empresas que definen las políticas de RSE y cómo llevarlas adelante y otras que eligen las áreas para luego trabajar con ONG especializadas. ¿Cuál es la más adecuada?
–No hay modelos universales. Y la acción social no es más que una parcela de la responsabilidad social. Lo que probablemente define a la responsabilidad social seriamente y con rigor es que seamos capaces de cumplir la ley, ser transparentes, tener un comportamiento ético y relaciones de equidad con todas las partes interesadas. Luego, si podemos, dediquemos parte de los recursos a la acción social. Y la forma en la que se haga dependerá de cada empresa.

–Entonces las acciones son una suerte de segundo paso de la RSE...
–No se puede hablar de una empresa socialmente responsable si no cumple la ley, no es responsable, no tiene un comportamiento ético y no se relaciona equitativamente con sus partes interesadas. Si eso no ocurre, mal podemos hablar de responsabilidad social. Es el paso previo, y después viene lo demás.

–Con las crisis, y en particular con la última, los bancos están entre las empresas a las que más se les reclama. ¿Se traslada esto al sector asegurador?
–No, porque el sector asegurador no ha recibido fondos públicos para salvar nada, salvo AIG en Estados Unidos, y no ha hecho cosas raras. La crisis fue una crisis financiera que después devino en económica y de confianza y que acaba siendo una crisis de valores.
Pareciera que en el ámbito financiero el capital se volvió impaciente, todo el mundo pretendía ser rico de la noche a la mañana y se olvidó la cultura del esfuerzo, del trabajo y la decencia. Y eso al final siempre se paga. Cuando me preguntan cuánto cuesta la responsabilidad social, digo: todo y nada. Lo que de verdad cuesta es la irresponsabilidad social, y el ejemplo lo tenemos en la crisis que aún no sabemos cuánto costará y que probablemente terminemos pagando entre todos.

–Durante la crisis se temió un recorte fuerte en los presupuestos de RSE. No pasó drásticamente, pero ahora llega una segunda parte de la crisis...
–Es probable que en algún momento se dediquen menos recursos a acciones sociales. Pero la responsabilidad social es no el futuro sino el presente. Ya no hay marcha atrás, porque las generaciones más jóvenes saben que esta forma de gobernar la empresa es lo que se impone. Ellos quieren que las empresas sean así y van a exigir que sigan comportándose de esta manera.

–La RSE, ¿tiene que generar crecimiento en la compañía?
–Sin duda. La responsabilidad social es una forma de gestionar la empresa que se basa en valores y que a su vez es capaz de crear valor. La gente entiende que esta es una forma de actuar y eso genera mil variables. Las variables blandas juegan con las duras del management y eso hace que la empresa crezca. Y está claro que las empresas con políticas de RSE crecen más que las demás.

–¿Qué tendencias de acciones ve hoy?
–En países emergentes el foco está puesto en educación y pobreza y en otros, en discapacidad e integración. Seguramente, son estadios o etapas.

–¿Y las políticas de integración de género?
–En España hay una Ley de Igualdad; y desde el momento en que hay una ley, lo que hay que hacer es cumplirla. En aquellos países donde no existe una ley, hay que tratar de implementar políticas de igualdad. Y va a terminar implementándose en todas partes: los seres humanos no podemos ser tan estúpidos de desperdiciar 50% del talento.

–¿Cómo es la política de RSE en Mapfre?
–Tenemos un modelo integral: dijimos “estos son nuestros principios y políticas de responsabilidad social”. Diseñamos nuestro mapa de partes interesadas para saber a quién tenemos que dirigirnos, cómo y cuándo. Y aplicamos un modelo que tiene que ver con buen gobierno, responsabilidad social y acción social a través de Fundación Mapfre. Afortunadamente, desarrollamos localmente políticas que están teniendo éxito. Pero la cuestión no es tener éxito o no, sino creer en lo que se está haciendo.

Fuente: Mercado

1 comentario:

abel dijo...

Considero que RSE,anunciada como la nueva economía que surge de la crisis del capitalismo, exige encaminarse como sostenibilidad empresarial solidaria. Lo fundamental en este proceso es que el empresario no "negocie" la ética y los valores en el desmpeño de su actividad.Abel Parrado Villanueva.
concienciayprosperidad.blogspot.com

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